jueves, 3 de noviembre de 2011

Mudanza

El miércoles 2 de Noviembre me desperté muy temprano. Todos, excepto mis abuelos, recogíamos nuestras pertenencias para mudarnos a un nuevo sitio.
Mi papá dijo que solo lleváramos lo indispensable, y que nos pusiéramos una prenda encima de la otra para tratar de llevarnos toda la ropa posible.
A las cinco de la mañana mi mamá, mi papá, mis hermanos y yo estábamos listos para irnos. Miguel, muy amablemente, nos ofreció  el sótano de su casa como refugio temporal. Este será nuestro nuevo hogar durante un tiempo. Cuando salimos de la casa, Miguel ya nos esperaba en la esquina de la calle. Mi hermano, Ricardo, acerco a saludarlo y en seguida se pusieron a platicar. Me acerque a ellos para oír su conversación y no quedarme con mis padres, ya que mamá peleaba con papá. Todos estamos un poco malhumorados a causa de esta situación, pero tal parece que tanto Miguel como Ricardo no habían perdido el buen humor. Me sentía muy bien en su compañía, aunque no desaparecía por completo la tristeza y la preocupación.
Caminamos durante dos horas, y cuando empezaba a cansarme Miguel nos señaló su casa. Ahora sabía la razón por la cual Miguel no se preocupaba por ninguna ley; nuestro amigo, para su fortuna, es miembro de las pocas familias millonarias que hay en el país.
Entramos a la casa y nos esperaba Valeria, la mamá de Miguel, y nos indicó el camino al sótano. Yo estaba muy nerviosa. Cuando llegamos al interior de la que sería mi nueva casa, me sorprendió ver lo bonita que estaba. Me imaginaba algo peor, pero era muy espaciosa y estaba muy limpia. Enseguida Miguel y su mamá salieron del sótano. Nosotros nos pusimos a acomodar las pocas pertenencias que ahora teníamos, para después repartirnos las camas y los deberes de la casa.

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