miércoles, 16 de noviembre de 2011

Desepcion

(SEPTIMO BORRADOR)
Han pasado tres meses y mi familia y yo estamos aquí, encerrados en estas cuatro paredes. Me siento como en calabozo. Los primeros días me sentía muy a gusto, protegida, agradecida con mis protectores y con dios por habernos librado de una vida llena dolor y sufrimiento, al menos en nuestro sótano estamos seguros.
Conforme pasa el tiempo, las cosas en vez de mejorar han ido empeorando. Todos estamos muy alterados, al estar tanto tiempo juntos y en un espacio muy reducido a ocasionado peleas y cambios de humor muy drásticos.
Hace seis meses que esta nueva ley entró en vigor y durante todo este tiempo no ha habido ni una señal de que esto vaya a mejorar, yo ya he perdido las esperanzas. Ayer mientras veíamos las noticias no escuchamos nada bueno, solo que el gobierno sigue teniendo el control absoluto del país y continúan con la captura de todo el proletariado.
Al día siguiente me levante muy temprano, fui a la cocina a beber un poco de jugo, cuando iba subiendo las escaleras escuche a unas personas hablando en voz baja. Me asuste y comencé a temblar, después de unos segundos subí lentamente y me dirigí al lugar de donde provenían las voces. Al acercarme note que era Miguel y su mamá, aunque no comprendía porque platicaban en voz baja, él estaba igual de asustado.
Al oír su conversación comprendí el motivo de su angustia, Miguel escucho que el gobierno había ordenado, que se matara a todas aquellas personas que ayuden a la gente pobre: Valeria le ordeno a Miguel sacarnos de su casa.
Después de escuchar esto me fui a mi cama y comencé a llorar, ahora a dónde íbamos a ir. Me sentía muy mal; por un lado estaba enojada con la mamá de Miguel, pero después comprendí que ella tenía mucho miedo, no podía culparla por la decisión que habían tomado. Tanto Valeria como mi amigo nos ayudaron cuando no teníamos a donde ir. Ahora tengo que pensar como decirle a mis padres que de nuevo no tenemos hogar.

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